compañeros infaltables

compañeros infaltables

viernes, 16 de mayo de 2014

Libertad de circulación y espacio del decir Por Jean Oury y Catherine Marty -

Libertad de circulación y espacio del decir
Por Jean Oury y Catherine Marty - Publicado en Mayo 1998

Jean Oury, psiquiatra y psicoanalista francés, es desde 1953 director de la clínica de la Borde. Creador de la Psicoterapia Institucional junto a François Tosquelles y otros, dirige desde hace años un seminario en el hospital de Sainte-Anne y ha escrito una veintena de libros. El texto a continuación es una Conferencia pronunciada en Tours el 16 de Mayo de 1998



Catherine MARTY: Tengo el placer de recibir al señor Jean Oury. ¡Apenas oso presentarlo pues pienso que todo el mundo lo conoce! Jean Oury nos hablará hoy de libertad de circulación 1 y espacio del decir. ¡Espacios en plural! La cuestión queda planteada.

Jean Oury: Es una cuestión muy antigua por supuesto, que se remonta a unas decenas de años. Es una cuestión que está en relación con una práctica de la vida cotidiana junto a gente de todo tipo, de la cual la mayor parte son psicóticos. Entonces, a priori, una suerte de decisión es pensar que en este tipo de personas, como en cada uno –aquellos que Lacan llama “parlêtres”– hay deseo. No solamente el deseo del cual se habla desde hace unas decenas de años, lo que yo llamo “el deseo de pacotilla de los nuevos filósofos”, sino el deseo inconsciente en el sentido de Freud, rearticulado de manera extraordinaria por Lacan. Hay deseo incluso en las personas supuestamente más retrasadas, incluso en aquellas que tienen un cociente intelectual de 30, los idiotas, los cretinos. Hay deseo y es eso lo que está en cuestión: podemos decir es una opción ética. Entonces, si hay deseo, existe una dimensión psicoanalítica en el sentido de Freud, por mínima que ésta sea. Esto no quiere decir que intentaremos llevar a cabo una cura –de todas formas las curas típicas no son tantas– pero a fin de cuentas hay una dimensión de reflexión que debe considerar el deseo inconsciente. Y si tomamos en cuenta el deseo inconsciente, ponemos en cuestión ese concepto fundamental articulado por Lacan hace tiempo: el concepto de transferencia. Pero sabemos bien lo que significa, simplemente el decir, incluso al nivel de las palabras, “existe transferencia” sabemos. La transferencia, etimológicamente, corresponde a lo que Freud llamaba –pero es la misma palabra– “Ubertragung”, o incluso el nombre que portan los autobuses en Atenas, las “metáforas”, es decir: portadores y transportadores. Ahora bien, existe transferencia, y esto es así desde los orígenes, incluso antes que Freud llegara a conceptualizar de manera muy precisa la palabra “transferencia”. La transferencia estaba en relación con una suerte de movimiento, una suerte de desplazamiento, incluso de investidura sobre el cuerpo; enseguida esto tomó otras dimensiones. Entonces hay movimiento: cuando decimos transferencia decimos movimiento, decimos deseo inconsciente.

Resulta paradojal querer, no solamente tratar a ciertas personas sino intentar volverles la vida un poco menos miserable sin tomar en consideración que son “parlêtres”, es decir, que no son animales. No quiero hablar mal de los animales, yo los aprecio mucho, de cuatro patas, los gatos, los perros..., pero no hay palabra en ellos. Cuando un gato me hable yo diré que tal vez existe transferencia por ahí, pero de otro modo no la hay, se trata completamente de otra “dignidad”.

Seguir leyendo en: http://www.topia.com.ar/articulos/libertad-de-circulaci%C3%B3n-y-espacio-del-decir

No hay comentarios:

Publicar un comentario