compañeros infaltables

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viernes, 15 de agosto de 2014

CITAS SOBRE TRANSFERENCIA


“Para saber lo que sucede con la transferencia, hay que saber lo que ocurre en el análisis. Para saber lo que ocurre en el análisis, hay que saber de dónde viene la palabra. Para saber lo que es la resistencia, hay que saber lo que sirve de pantalla al advenimiento de la palabra: y no es tal disposición individual, sino una interposición imaginaria que rebasa la individualidad del sujeto, en cuanto que estructura su individualización especificada en la relación dual” Situación del psicoanálisis en 1956


La comprensión, esa “categoría nauseabunda”, es la que abre la puerta a la transferencia como sentimiento, a la resistencia como oposición y al imperio de la relación dual; dirigiendo así el análisis a la identificación con el guía analista, en el marco del aquí-ahora-conmigo. Y con todo ello,  la misma comprensión, cierra la puerta a la “escucha de los sonidos o fonemas, de las palabras, locuciones, sentencias (…) pausas, escansiones, cortes, períodos y paralelismo, pues es allí donde se prepara la versión palabra por palabra, a falta de la cual la intuición analítica queda sin soporte y sin objeto”. Situación del psicoanálisis en 1956

Lacan (1967) señala que: " si el psicoanálisis consiste en el mantenimiento de una situación convenida entre dos partenaires que se asumen en ella como el psicoanalizante y el psicoanalista, solo podrá desarrollarse a costa del constituyente ternario[1] que es el significante introducido en el discurso que se instaura, el cual tiene nombre: el sujeto supuesto al saber, formación, no de artificio sino de vena, desprendida del psicoanalizante" (pag. 13).

En Función y campo de la palabra y el  lenguaje en psicoanálisis, Lacan escribe:

“...esa ilusión que nos empuja a buscar la realidad del sujeto más allá del muro del lenguaje es la misma por la cual el sujeto cree que su verdad está en nosotros ya dada, que nosotros la conocemos por adelantado, y es igualmente por eso por lo que está abierto a nuestra intervención objetivante.

Sin duda no tiene que responder, por su parte, de ese error subjetivo que, confesado o no en su discurso, es inmanente al hecho de que entró en el análisis, y de que ha cerrado su pacto inicial. Y no puede descuidarse la subjetividad de este momento, tanto menos cuanto que encontramos en él la razón de lo que podríamos llamar los efectos constituyentes de la transferencia en cuanto que se distinguen por un índice de realidad de los efectos constituidos que les siguen.”



Pero inmediatamente a este párrafo que hemos citado, y en nota al pie agregada para la edición, en 1966, de sus Éscritos, Lacan no deja de indicar lo siguiente:


“Aquí se encuentra pues definido lo que hemos designado más tarde como el soporte de la transferencia: a saber: el sujeto-supuesto-saber.”



Como lo dice Lacan en el seminario 11: “… el deseo es el eje, el pivote, el mango, el martillo, gracias al cual se aplica el elemento-fuerza, la inercia, que hay detrás de lo que primero se formula, en el discurso del paciente, en demanda, a saber la transferencia”.




[1] Este elemento ternario, común al pensamiento lacaniano, es en este caso un significante aportado por el analizante en función de su suposición de saber sobre el analista, significante que al mismo tiempo debe ser sancionado tácitamente como “de la transferencia” por el analista y que genera la apertura del campo de lo que en el algoritmo de la trasferencia se encuentra entre paréntesis, el saber inconsciente.

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